El baile de los 41 (2020)
Dirección: David Pablos
Reparto: Alfonso Herrera, Emiliano Zurita, Mabel Cadena, Fernando Becerril, Paulina Alvarez Muñoz, Alvaro Guerrero, Eugenio Bartilotti
SINOPSIS
Basado en el escándalo sucedido a principios del siglo XX en México, donde una redad policial ilegal en una vivienda privada, descubrió a cuarenta y un hombres en una fiesta en la que al menos diecinueve llevaban ropa de mujer. Debido a la clase alta a la que pertenecían la mayoría de los detenidos, la prensa difundió la noticia, abriendo al pueblo mexicano la existencia de la homosexualidad como hecho real.
OPINIÓN PERSONAL DE «EL BAILE DE LOS 41«
Si hace un par de semanas te escribía acerca de un terrible hecho real (el lugar, no la historia) en Tefía, hoy quiero continuar un poco por esa línea en cuanto a descubrimientos, la represión y el escándalo que suponía la homosexualidad. Pero esta vez en la ciudad de México en el año 1901, en la redada conocida como el baile de los 41.
Tremenda recreación de la sociedad de aquella época y de lo que ser homosexual suponía en el entorno social de las clases altas de México. El hecho de que el protagonista fuera el yerno del presidente mexicano Porfirio Díaz, solo amplificó aquel escándalo, demostrando como el clasismo no estaba libre de escándalos y vergüenzas. Las mentiras acompañan al ser humano, estén en la posición que estén.

Las localizaciones, la ambientación musical y sobre todo un gran trabajo de vestuario y maquillaje y peluquería nos sitúan con facilidad en aquella época y en el estatus social en el que discurre la historia. Y como tanta opulencia, esconde bajo sus faldas el fango y el lodo de la mentira, la soberbia, el abuso de poder. La venganza. Venganza por odio. Venganza por despecho.
El triángulo amoroso entre Ignacio, Amada (qué acertado el nombre) y Evaristo, está ejecutado sin filtros, con crudeza. Los actores y actriz, nos regalan unas interpretaciones maravillosas. Debo reconocer, ya que no me gusta hacer spoiler, que el personaje de Amada me resultó uno de los que más giran durante todo el metraje, transformándose poco a poco en algo totalmente diferente a lo que empezó siendo. Los tres ofrecen un abanico de matices muy bien definidos, dejando que los acontecimientos dicten cada mirada, cada lágrima, cada palabra que sale de sus labios.
Me considero muy fan de los planos secuencia, sobre todo si están bien ejecutados, y aquí el director sabe cómo y cuándo hacer uso de ellos. Y lo realiza con una maestría y elegancia que demuestra el gusto y delicadeza de quien filma. Porque existen escenas que con el uso de ese método de filmación, podrían haber resultado incómodas o incluso groseras a los ojos del espectador (háblese de la fiesta de los 41, por poner un ejemplo). Sin embargo, ese cuidado en los detalles, en no mostrar más allá de lo necesario, el intuir más que exponer abiertamente, dota a las escenas de una delicadeza y respeto altamente loable.

Una doble vida no daña a la persona que la sufre, sino a todo su entorno. Y eso queda muy bien reflejado en esta cinta. Y en aquella época surge la gran pregunta incómoda. ¿Debemos callar y ocultar nuestros sentimientos, aunque pese a ello dañemos a alguien que no se lo merece? La respuesta sería lógicamente NO. Si eres heterosexual, claro está. Si eres homosexual, ahí la disyuntiva se amplía hasta límites insospechados. ¿Se debe o no se debe (en aquella época) esconder el amor prohibido que puede llevarte a la muerte? Mi respuesta, con todo lo vivido sería un rotundo SI. ¿Justo? Puede que no. ¿Necesario? Si quieres seguir viviendo sin las miradas clavadas en tu nuca, te aseguro que sí. Pero al final son perspectivas que cada uno tiene, y esta es la mía. Ya sabes que yo no trato de imponer mi creencia a nadie.
Esta historia es un hecho real, por lo tanto el final es el que es. Y a mí me partió el corazón, porque es inevitable sentirse identificado por ese miedo a las represalias, ese pánico ante el qué dirán. Esa repulsa por quién eres, por cómo sientes. Al final, todo hecho histórico debe ser recordado, tanto bueno como malo. Y este es de los peores. Por eso me resultó un gran acierto y un gran regalo dar a conocer esta parte del pasado que a muchos todavía les escuece y molesta. Es lo que hay y no se debe volver a repetir.
Al final, lo que esta película nos demuestra, es que como dicen “el dinero no da la felicidad”. Pero tampoco es capaz de acallar, ocultar o maquillar una vida sexual libre. Ni la mayor de las riquezas es capaz de ensombrecer el placer del resto por el escarnio público, el juicio moral del de enfrente y la sentencia del resto del mundo que no desea entender que cada uno es libre en su libertad.
No sé si conocías esta película. Si es así, coméntame qué te ha parecido.
¡Hasta la próxima semana!

