ORGULLO

Preguntas sin respuesta en un mundo absurdo

Se acaba el mes del Orgullo y no quería dejar de escribir mi sentimiento ante todo esto. Que no es ni bueno ni malo, es mi interior preguntándose una y otra vez el por qué. Cómo es posible que a día de hoy, sigamos luchando por vivir. POR VIVIR. Por ser felices en nuestra vida, que es solo nuestra, no es asunto de nadie.

Lo que vas a leer a continuación no pretende ser un adoctrinamiento, ni un panfleto que busque modificar las creencias, pensamientos y opiniones de nadie. Con la edad que tengo, he aprendido que hay ciertos aspectos del ser humano que nunca cambiarán. Por mucho que tratemos de hacer ver al de enfrente que existen más aristas de las que cree ver. Es una batalla perdida de antemano.

Y no es derrotismo, ni muchísimo menos. Es la realidad que a día de hoy se sigue rumiando entre los sectores más conservadores de nuestra patria. El sentimiento de estar retrocediendo y no saber cómo luchar contra ello. Cómo ese odio se transmite de generación en generación. Se impregna de padres a hijos, y crece cada vez más, porque por desgracia, cada día que pasa, la gente es más y más radical en su percepción de lo correcto. QUE PENA MÁS GRANDE.

Siempre, y no solo ahora, me he preguntado lo mismo. Aunque de diferentes formas. Cuando era más joven, y no entendía ese odio contra lo «no normal», me cuestionaba la razón por la que a la gente le importaba lo que yo hiciera con mi vida. Que mi vida era mía y yo podía amar a quien yo quisiera.

Pero a día de hoy, mi cuestión ha colocado la pelota en el tejado del que se opone a aceptar que cada uno es como es, le pese a quien le pese. Y me lo pregunto cada vez que leo, escucho, veo noticias que parecen haber salido del NO-DO en vez de alguien que vive en el siglo XXI.

¿En qué modifica tu vida, mi forma de vivir?

¿Ame a quien ame yo, tu vida cambia?

¿Te levantas cada mañana y lo que yo haga, en qué te afecta?

EN NADA

Esa es la realidad, pero no entiendo por qué hay gente que aún sigue actuando de esta forma. Como si las actitudes de otro, rigieran su propia vida. Y no, perdón, pero no.

Yo, que no soy perfecto, no soporto muchos aspectos o actitudes de personas independientemente de su orientación sexual o género. Pero es mi problema, es mi trabajo interior, el hacer que no me afecte. No lo soporto, pero no rige mi día a día.

¿Por qué para muchos debe hacerse todo como ellos quieren?

¿Quién tiene la verdad absoluta entre sus manos?

NADIE, SEÑORAS Y SEÑORES

Ese es mi pesar cuando me paro a analizar la sociedad en que vivimos. Que alguien que no me conozca, se vea en la situación de decidir lo que me merezco o no. Los derechos de los que puedo disfrutar y de los que no. Por el simple hecho de no querer entender, que la vida de cada uno es de cada uno.

Que bastante difícil es luchar cada día con uno mismo por salir adelante en todos los campos de la vida, como para encima perder el tiempo (Y REPITO, PERDER EL TIEMPO) opinando y atacando al vecino por algo que a uno ni le va ni le viene.

A mí no me importa si un niño (que no soy nada paternal, los que me conocen lo saben) es criado por uno, dos iguales o dos diferentes. Un niño va a ser tratado con amor, independientemente de quién le de ese amor.

Pero siempre hay alguien que negará esta afirmación.

¿Es que un matrimonio heterosexual va a criar mejor a un hijo que una pareja homosexual?

Entiendo, por la oposición de mucha gente a ello, que sí. Porque todas las parejas heterosexuales que deciden separarse, lo hacen en medio de piruletas y algodón de azúcar. Porque los matrimonios heterosexuales casi nunca se divorcian, no se hacen la vida imposible, no se despellejan en un juicio, no usan a su hijo como moneda de cambio, no le infectan desde bien pequeño para el rechazo contra su otro progenitor. ES CIERTO. Esto no pasa. Me lo acabo de inventar, porque para eso soy novelista.

La vida heterosexual no tiene mácula alguna y es la correcta. Porque no existe ninguna falla en ella. Esa es la gran diferencia que parecen ver muchos en todo este galimatías, en el que luchamos contra paredes de cemento, alimentadas desde bien pequeñas por esos albañiles de antaño que no han evolucionado lo suficiente como para darse cuenta que todo lo que siembran en sus pequeños, les perseguirá toda la vida como un error de sistema, aunque ellos crean que su software está actualizado.

Y por supuesto que este artículo es personal porque formo parte del colectivo como gay, pero mis preguntas no se lanzan desde el miedo de estar en este lado de la barrera. Es algo tan simple como ¿POR QUÉ TE PREOCUPA TANTO LA VIDA DE LOS DEMÁS?

¿Tan infeliz eres que necesitas mirar hacia fuera, y ese dolor y tristeza de ser como eres, vomitarlo en forma de odio y oposición a que el resto viva su felicidad como le plazca?

PUES PARECE SER QUE SÍ.

Y hay quien lo dice a la cara y quien lo maquilla. Y esa aceptación encubierta también es falta de inteligencia emocional. Cualquier persona cercana a tu círculo, que aunque te acepte, apoya a cualquier acción que vulnere tus derechos, es homofobia. Y da igual si es tu hermano, tu tío o tu cuñado. De nada sirve sonreír en una fiesta de cumpleaños y brindar por un año más en nochevieja, si a la hora de apoyar la igualdad de derechos como ser humano, se aleja de tu bando para irse al de enfrente.

LO SIENTO PERO NO.

Eso sí, lo que más me gusta de todo esto, es que por mucho que sigan pensando que el colectivo es una minoría… No lo es. Ya no. Porque todas las generaciones que están por venir, tienen una fuerza muy potente para enfrentarse al mundo. Y solo tienen que saber, que lo que hagan, sin hacer daño a nadie, es lo correcto.

HOY Y SIEMPRE. Le pese a quien le pese.

¡Feliz semana y nos vemos el domingo que viene!

2 respuestas a «ORGULLO»

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