Maniquí (1987)
Dirección: Michael Gottlieb
Reparto: Andrew McCarthy, Kim Cattrall, Estelle Getty, James Spader, Carole Davis, G.W. Bailey, Christopher Maher, Steve Vinovich
SINOPSIS
Jonathan es un joven diseñador de maniquíes, que despedido de la fábrica en la que trabajaba, descubre que uno de sus maniquíes está expuesto en unos grandes almacenes. Consigue un trabajo como reponedor nocturno, y una de las noches, descubre que su maniquí cobra vida cuando está junto a él.
OPINIÓN PERSONAL DE «MANIQUÍ»
Lo admito. Esta película no es de lo mejorcito del séptimo arte. Simplemente hoy quiero hablar de ella, porque tras haber visto “Queer as folk 2022”, vinieron a mi memoria los recuerdos de la primera vez que vi a Kim Cattrall en el celuloide. Y no fue en “Porky’s” o “Loca academia de policía”, ya que por aquella época, yo era bastante pequeño como para ver ambas. Sobre todo por algunas escenas subiditas de tono para mis once añitos. Así que yo vi por primera vez a Kim en esta película. Y por eso voy a hablar de ella.
Estamos ante una comedia de los ochenta (repetimos década, que ya sabes mi debilidad) sin trasfondo psicológico. Una película “de las de risa” para echar el rato. El humor, obvio, se queda un poco fuera de época, pero lo bonito es la historia de los protagonistas. No te la recomiendo como un pedazo de espectáculo cinematográfico, solo te cuento que me marcó en su época por ellos dos. Y por su música.

Kim Cattrall aparece bellísima en esta película, creando un personaje que si bien en los primeros minutos se nos presenta como una joven egipcia caprichosa y rebelde, se convierte en una dulce maniquí que descubre las maravillas de la época actual (bueno, de los ochenta). Te enamora su dulzura, su mirada, su historia. Todo lo que ha vivido y todo lo que todavía ansía descubrir.
Andrew McCarthy parecía apuntar maneras en aquella década, aunque se quedó por el camino. Aquí interpreta al típico chico que nadie entiende, que solo ella es capaz de conocer de verdad, y poco más. Estelle Getty (la queridísima Sophia de “Las chicas de oro”) es la dueña de los almacenes que ve en Jonathan alguien a quien tener en cuenta. Y ella, es ella. Un encanto de mujer a la que dan ganas de achuchar.
Un James Spader que resulta extremadamente desagradable, con un personaje al que saca el máximo jugo que puede, llegando a producir un rechazo ante el espectador, por lo repelente que resulta. El policía, pues el típico personaje tontaina que quiere y no puede. Que se cree el mejor y no da una. Básico sin más. Lo dicho, un elenco que les rodea para provocar el avance de la historia, aunque a medida que avanza la cinta, solo quieres que se haga de noche para que ellos dos vuelvan a estar juntos y ver qué cosas descubren el uno con el otro.
Los tópicos no me gustan, y en aquella época se usaban bastante. El diseñador gay, el jefe atontado, el policía que no se entera de nada… Clichés muy utilizados y manidos a día de hoy. Pero es que lo encantador de esta historia no es todo lo que rodea a Jonathan y Emmy, sino la historia de ellos dos. Los momentos en los que están juntos, el desconcierto que crean a su alrededor (solo él puede verla viva) y al final de todo, el triunfo del amor tras la lucha por estar juntos. Para mí ese es el encanto de la película, la historia de ellos dos. El resto es relleno de guion para darle movimiento a la historia, situaciones divertidas, llenas de malos entendidos y los “malos” tratando de fastidiar la situación.

Con una banda sonora para el recuerdo, gracias a temas de estrellas de la época como Belinda Carlisle y por supuesto Starship con el tema que se haría mítico “Nothing’s gonna stop us now”. Es escuchar las primeras notas y aparecer en mi cerebro la escena final de la película, puesto que ahí es donde empieza a sonar. Repito, la música es tan importante… Forma parte de nuestro subconsciente y nos remueve tantas cosas… El score del viaje en motocicleta es de una belleza exquisita.
Como sabes que me gusta ponerte un poco al día, te comento que existe una segunda parte de 1991, con mi querida Kristy Swanson, donde la idea es la misma, pero variamos de Egipto a la Edad Media y a una campesina convertida en escultura de madera por un embrujo en su collar. Tampoco es la gran cosa, pero entretiene sin más pretensiones. Ella está bellísima en esta cinta y nada más que por eso, merece la pena echar el rato. Pero que tampoco esperes risas por doquier, el humor se ha quedado pelín desfasado.
Y hasta aquí mi reseña de hoy, que si bien no es acerca de un gran éxito cinematográfico (cosa que poco me importa), si lo es acerca de una de mis películas para el recuerdo.
¡Feliz semana y nos vemos el domingo!

