Jurassic Park III (2001)
Dirección: Joe Johnston
Reparto: Sam Neill, Tea Leoni, William H. Macy, Alessandro Nivola y Trevor Morgan
SINOPSIS
El doctor Alan Grant es engañado por los Kirby, para sobrevolar la isla Sorna a cambio de financiación para sus proyectos arqueológicos. Tras el desastre de la isla Nublar, Alan no quiere oír ni hablar de los dinosaurios, pero su excavación necesita un empujón y acepta a regañadientes. Los Kirby, lejos de querer sobrevolar la zona, pretenden aterrizar para buscar a su hijo desaparecido en circunstancias extrañas junto a su tío. Un aparatoso accidente, los dejará a todos incomunicados en una isla que ninguno conoce, a merced de los depredadores más antiguos de la historia.
OPINIÓN PERSONAL DE «JURASSIC PARK III»
Pues me va a resultar ser 100% objetivo acerca de ésta película o de cualquiera perteneciente a esta saga. Y es que Jurassic Park es una de mis debilidades cinematográficas. De mayor o menor calidad cinematográfica, el mundo creado por Michael Crichton y llevado a la pantalla por Spielberg en un principio (y sus demás directores) me cautivó desde el momento en que lo descubrí. En esta ocasión es el actor Sam Neill el que tropieza de nuevo con la misma piedra, como hiciera Jeff Goldblum en la segunda parte, volviendo a enfrentarse a unos dinosaurios cada vez más inteligentes.

Leí el libro de Michael Crichton tras ver la primera película y me pareció soberbio. No me importó para nada haber visto Jurassic Park, puesto que había bastantes diferencias con respecto al libro. De hecho, eché en falta grandes momentos del libro que, sin saber por qué, Steven Spielberg había dejado de lado. Y es en esta tercera película cuando pude disfrutar de uno de los momentos más angustiosos y a la vez más intensos del libro. La pajarera. Existe en el libro una pajarera donde están recluidas todas las aves prehistóricas del parque y uno de estos monstruos alados secuestra a uno de los nietos de Hammond. Pues bien, en esta tercera parte, he podido disfrutar de esa pajarera y de un momento añorado durante tantos años. No desvelaré más porque, pensando en mí mismo, hay películas que son antiguas y aun no he visto. Puede ser que haya alguien que no haya visionado esta.
La historia de esta tercera parte podría estar metida con calzador para volver a ver de nuevo a los dinosaurios en acción. También es posible que Alan Grant hubiera dicho que no al ofrecimiento de los Kirby, puesto que ese tipo de ayuda fue la que le llevó a la isla Nublar en la primera parte, y ya sabemos qué le ocurrió allí… Pero claro, entonces no habría historia que valga, ni Alan Grant que tropiece con la misma piedra. Así que no le debemos dar mas vueltas. Los dinosaurios han vuelto y punto. Y eso, para amantes de esta parte de la historia de nuestro planeta como yo, es un placer.
Errores que desde mi punto de vista podrían haber sido mejorables los hay. Para empezar, este final de la trilogía deja de lado el suspense para girar sus guiños hacia la comedia; sin llegar a ser paródica, algunos personajes no se llegan a tomar completamente en serio, por lo que sus acciones, justificadas o no, en ciertos momentos carecen de realismo. Ciertas partes del guion deberían haber sido obviadas o sustituidas por textos algo más serios, puesto que la situación en la que se encuentran los protagonistas es de todo menos graciosa.

Nunca hablaré de huecos en el guion o en la historia, o de situaciones que no podrían darse, puesto que este tipo de películas pueden permitirse este tipo de licencias. De otro modo, ni Misión imposible ni A todo gas podrían tampoco tomarse en serio. Lo humanamente posible tiene un límite. Pero he ahí la magia del cine y la ilusión por adentrarse de lleno en una historia, que cierta o no, nos haga remover la adrenalina de nuestro cuerpo durante una cierta cantidad de minutos. Y esta película es un ejemplo. Sin apenas darnos respiro, nos coloca en situación dentro de la isla, a merced de sus habitantes y luchando por escapar de todos ellos. Y desde mi punto de vista, eso es lo importante. Pasar un buen rato de acción trepidante volviendo a visitar las creaciones de John Hammond y descubrir que los seres humanos, casi siempre, nos buscamos nuestros propios problemas.