Frenar para tomar impulso tampoco es tan malo…
¡Hola de nuevo visitante de mi universo!
Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que dejé mis pensamientos por aquí y te pido disculpas por haber desaparecido tan de golpe y sin ofrecer ninguna explicación. Pandemia aparte, puesto que hubiera sido un gran momento para volcarse con más intensidad en estos menesteres, pero a mí me creó el efecto contrario. Un bloqueo a la hora de escribir, no solo frenó la creación de la tercera y última parte de “Suicidio del 97” y “No fue un suicidio si aún estás aquí”, sino que cortó de lleno las ganas de escribir sobre cualquier cosa.
Y lo mejor que pude hacer ante esa situación fue no forzarla. Asumir que ese momento de negación había llegado y recibirla con una gran sonrisa, los brazos abiertos y la positividad suficiente para admitir que simplemente era un mero trámite para continuar un poco más adelante.
Escribir no es fácil, quien lo haya intentado sabrá que no se puede obligar al cerebro a crear sin ton ni son, por lo que en un momento así, mejor dejar el teclado a un lado, guardar el bloc de notas o apagar la grabadora. Y eso hice yo. Hasta hoy, que todo ha vuelto a la normalidad, o mejor dicho, todo está recolocado como yo quería que estuviera. Porque al fin y al cabo, lo pasado también forma parte de mi normalidad personal.
Todo en ésta vida tiene un por qué, todo tiene una razón de ser y un sentido. Es posible que a veces no sepamos entender o inconscientemente no queramos aceptar, pero es tan real como la vida misma. Y es que la vida son pruebas, pasos, caminos, atajos y atascos. Tan simple como una carrera de fondo en la que corres solo como individuo, sin nadie alrededor. Tu propio y solitario maratón. Y es por eso, que sin tener a nadie a tu lado con quien competir, puedes permitirme la licencia de recorrer todo tu camino de la forma que tú prefieras. Habrá momentos en los que corras con todas tus fuerzas hasta quedarte sin aliento; otras veces pasearás con lentitud, redescubriendo tu alrededor y disfrutando de él. Podrás incluso sentarte a descansar y recordar como fuiste, asimilar como eres y planificar como quieres ser. Todo vale en tu camino.
NADIE TE PUEDE JUZGAR
Y quien lo haga, simplemente ha perdido su propio camino, y desea que te pierdas de la misma forma. Envidia, miedo, egoísmo, rabia, llámalo como quieras. No pidas disculpas por aprender a caminar en soledad, buscando tu propio destino, luchando por tu futuro personal. No, no pidas disculpas. Nunca.
Pues al final, eso necesitaba yo. Cambiar el ritmo de mi carrera, puesto que entre atajos y atascos estaba a punto de perderme y no quería dejar de divisar mi horizonte. La necesidad de reconectar conmigo mismo, frenar tras una pandemia que a todos nos ha hecho mella, sobre todo psicológicamente. El miedo ante una serie de cambios como individuos que nos marcarán de por vida, y sobre todo que nos han modificado la forma de ver la vida. Al menos a mí.
Y por todo esto y por lo que me dejo en el tintero para no aburrirte mucho, arranco de nuevo con más fuerza si cabe para seguir recorriendo este camino personal y profesional. ¡Estoy encantado de recorrerlo contigo!
¡¡Hasta la próxima!
¡¡PINCHA SOBRE EL LIBRO PARA ADQUIRIR TU EJEMPLAR DEDICADO!!