BUFFY CAZAVAMPIROS

Buffy cazavampiros (1997)


Creación: Joss Whedon

Reparto: Sarah Michelle Gellar, Nicholas Brendon, Alyson Hannigan, David Boreanaz, James Marsters, Charisma Carpenter, Michelle Trachtenberg, Emma Caulfield

Temporadas: 7

SINOPSIS

Buffy Summers estudia en el instituto de Sunnydale. La joven es la última “cazadora”. Ella es la encargada de defender a su pequeña ciudad de todas las criaturas malignas que merodean por allí.  Sus mejores amigos son Willow y Xander, y junto a ellos y el bibliotecario del instituto, Giles, tratarán de destruir a vampiros, demonios, y demás monstruos. Junto a ellos, también luchará Angel, un vampiro que ha recuperado su alma y trata de hacer el bien.

OPINIÓN PERSONAL DE «BUFFY CAZAVAMPIROS»

Vale, lo reconozco… Si tienes menos de 25 años, puede que solo te suene de oídas esta serie. Como ya sabes, la temática vampírica me atrae mucho. Cierto es, que prefiero cuando las historias se encaminan más hacia el terror que hacia la comedia… Pero tampoco me desagrada esa vertiente. ¿Por qué Buffy? Pues aunque es cierto que hay infinidad de series a día de hoy, me apetecía revisitar este clásico que está en mi colección personal. Y como ya ando por la mitad de la última temporada, pues qué mejor momento que este…

Para comenzar, habría que hablar de la película original que inspiró esta serie. En 1992, el ahora famoso Joss Whedon, escribió el guión de una comedia negra titulada Buffy cazavampiros. La actriz que le dio vida (Kristy Swanson) estuvo acompañada de un jovencísimo Luke Perry (Dylan de Sensacion de vivir, o para los más jóvenes Fred Andrews, el padre de Archie en Riverdale) y tratando de seguir la estela de filmes como Noche de miedo, mezclaban el humor con vampiros, sangre y muerte. La película no tuvo demasiada repercusión, pero sí la historia de una joven que es elegida para luchar contra las fuerzas del mal. En lo que se llama un giro de 180 grados, el señor Whedon decidió cambiar el balance entre humor y terror y crear un episodio piloto para una serie, que relataba la misma historia que la película, pero en un tono más adulto.

Y la jugada le salió redonda. Siete temporadas y 144 episodios lo certifican. El spin-off Angel con sus cinco temporadas no hizo sino reafirmar el éxito del mundo que rodea a Buffy. Una serie sobre adolescentes que pelean contra todo tipo de monstruos suena a palomitas y ratos de acción. Y es lo que comienza ofreciendo en sus inicios, para ir evolucionando hacia algo más maduro, más duro (como certifican algunos de los episodios de las ultimas temporadas) y más cruel en ciertos momentos. Y creo que ese es el encanto que hace que esta serie sea mítica; que teniendo en cuenta que la serie estuvo en antena seis años, los que la disfrutamos, crecíamos con los personajes, madurábamos al mismo ritmo que la historia. Y eso gusta mucho.

La evolución de los protagonistas durante las siete temporadas resulta acorde a la edad. Es decir, maduran con el paso de los años, cosa que en algunas otras series parece no ocurrir. Mantienen su ironía, su forma de afrontar las situaciones, pero en cada temporada observas como la vida les va pasando factura. A todos, incluida Buffy. O mejor dicho, sobre todo a Buffy.

Como suele ocurrir en series tan longevas, la entrada y salida de personajes en cada temporada ofrece nuevas opciones de variación en la historia de Sunnydale. Algunas más acertadas que otras, cada temporada suele mostrar una historia principal (un malvado supremo) en torno a la cual giran pequeñas historias con diferentes monstruos que atacan a los protagonistas. Personajes como Spike, Faith o Tara demuestran que las historias secundarias deben poseer la misma fuerza que la principal. Personajes fuertes, tímidos, violentos, amorosos… Los amas, los odias, lloras con ellos y lloras por ellos. Muchos dejaron una marca en la serie difícil de borrar. Pero es la causa y efecto de los personajes secundarios… Llegan, hacen su trabajo y se van.

Obviamente no haré spoilers, ya que uno nunca sabe quién se puede animar a darle una oportunidad a esta joya. Pero sí me gustaría destacar episodios que me resultan exquisitos. Silencio, Todo rojo, Otra vez con más sentimiento, El cuerpo, Quién eres tú o Invisible me parecen maravillosos. Por si decidís verla y os acordáis de mí cuando lleguéis a esos episodios.


SKJELVET (TERREMOTO) (o vaya suerte la de esta familia)

Opinion de Skjelvet (Terremoto)

Skjelvet (Terremoto) (2018)


Dirección: John Andreas Andersen

Reparto: Kristoffer Joner, Hang Tran, Ane Dahl Torp, Jonas Hoff Oftebro y Edith Haagenrud-Sande

SINOPSIS

Tres años después de la gigantesca ola que asoló una población de Noruega, Kristian es incapaz de superar aquella tragedia. Aun siendo el salvador de gran parte de la población, su incapacidad de afrontar que podría haber hecho más ha destruido a su familia. Afincados en Oslo, la familia se enfrenta a la posibilidad de que un terremoto asole la ciudad.

OPINIÓN PERSONAL DE «SKJELVET (TERREMOTO)«

Vamos a por otra peli de catástrofes de esas que tanto me gustan. Con tres títulos a elegir, puesto que Skjelvet es su título original, pero en nuestro país elegimos «Terremoto» o «The quake». Tras la película “La ola” del 2015 (de la que hablaré más adelante), nos llega una segunda parte, esta vez situada en Oslo, donde en vez de una ola, nos encontramos con un terremoto inminente. Y digo tras la ola, porque la familia protagonista que sufre ambas catástrofes es la misma en ambas películas. Si bien en la primera parte forman un núcleo familiar sólido, en esta segunda parte, la unidad familiar se encuentra resquebrajada, en parte por la negativa del padre de familia a superar lo ocurrido durante la inundación tres años atrás. Si que es cierto, que de su metraje, la mitad es presentación y la otra mitad supervivencia, pero si hay algo que no hay que olvidar, es que no estamos ante un blockbuster americano, donde poco importa el quién, cuando lo que prima es el cómo. Aquí se esmeran, o al menos lo intentan, en conseguir dotar de humanidad a cada uno de los integrantes de la familia, mostrándonos cómo el tiempo ha ido minando esta pequeña familia. Aun así, no resulta tedioso en ningún momento, si acaso, acostumbrados a la acción americana, deseamos que comience ya el desastre para ponernos a comer palomitas a destajo.

Con unos efectos especiales muy bien elaborados y una banda sonora potente e hipnótica, los momentos de tensión se suceden sin descanso desde el instante en que el terremoto hace acto de presencia. Y aunque eso no ocurre hasta pasada la primera hora de metraje, no desmerece conocer la situación de la familia tras la desgracia sucedida anteriormente y cómo esta ha marcado de una u otra forma a los protagonistas.

Uno de los puntos a favor de ésta cinta, radica en el poco heroísmo de sus protagonistas; es decir, nos encontramos ante seres humanos que luchan por sobrevivir sin necesidad de realizar acrobacias increíbles o saltos imposibles. Resulta mas creíble y por lo tanto, más disfrutable, al menos para mí.

Los momentos de acción dejan sin aliento, ofreciendo uno de los giros de guión más contundentes que he visto últimamente; francamente me dejó perplejo y con una sensación de vacío durante el resto de la cinta. Por lo que aplaudo esa decisión, porque no hay nada mejor en una película de catástrofes que tener los nervios a flor de piel. A simple titulo informativo, debo decir que por muy trillado que sea, toda escena con algo quebrándose bajo los protagonistas me produce una angustia desmesurada.

Como secuela me parece muy acertada la idea de mantener al mismo elenco y variar la catástrofe y el lugar. La fotografía nos ofrece imágenes de Noruega de una belleza increíble, al igual que ya lo hizo su predecesora. Con esto, se demuestra que no solo el cine americano es capaz de ofrecernos buenas películas sobre catástrofes. Más humanas, más cuidadas actoralmente y bastante más elaboradas a nivel humano, tanto esta película como «La ola» nos muestra el dolor humano, el miedo ante una muerte inminente o el instinto de supervivencia más primario. Quizás eso es lo que le falta a muchas superproducciones de los EEUU (aunque también me apasionen) y que beneficia a este tipo de filmes, puede que menos taquilleros, pero tremendamente disfrutables.


HMS BELFAST

Museo Buque de guerra HMS Belfast


Ubicación: Londres, Reino Unido

QUÉ PUEDES VER:

Este buque de guerra, que se encuentra anclado en el Támesis, se ha convertido en un interesante museo perteneciente a la Marina Real Británica. Durante su vida útil, que duró más de treinta años, sirvió a la marina británica en la Segunda Guerra Mundial y en la Guerra de Corea. A principios de los años setenta, se convirtió en un museo flotante, y recibe innumerables visitas anuales debido a su interés histórico.

OPINIÓN DE «HMS BELFAST”:

He aquí uno de los museos más sorprendentes durante mi visita a Londres. Como cualquier enamorado de los viajes, la primera vez que decidí cruzar el charco y visitar Londres, investigué bastante acerca de lugares interesantes para visitar. Una de las opciones que me sorprendió fue la visita a este antiguo buque de guerra. Y más de lo que hubiera esperado. Mientras que en casi todos los foros citaban esta visita como un lugar en el que pasar un par de horas, cuando me adentré en sus nueve cubiertas, el tiempo se detuvo y permanecí toda una mañana.

Increíble el mantenimiento del buque después de tantísimos años. Las figuras a tamaño real, colocadas en bastantes de las zonas de visita, otorgan una visión más realista de la vida a bordo de un buque de guerra.

La cocina, donde se preparaban grandes ollas para abastecer a todos los ocupantes, el almacén (con su gato y ratones correspondientes) donde la comida y el tabaco permanecían sellados. La panadería, las bodegas o la lavandería también sorprenden en esta visita. El comedor y área de descanso. Las habitaciones con las literas extremadamente apiñadas, los baños y las duchas… Cada zona mantiene intacta la esencia de lo que fue, incluidas las salas de castigo.

Durante el recorrido también puedes ver la zona médica, el dentista, la farmacia, la enfermería, así como infinidad de accesorios médicos de la época para entablillar, curar y reposar tras cualquier ataque inesperado.

El camarote del capitán, de madera oscura, totalmente diferente a los dormitorios del resto de los tripulantes, nos confirma la diferencia de rangos en la armada y como ello distinguía la posición de cada uno.

Los cañones que se utilizaban en los ataques resultan abrumadores cuando estás a su lado. En la cubierta superior es posible descubrir todo el armamento que utilizaban, así como subir a las torres más altas para ver la ciudad a ambos lados del río.

La sala de mandos con el timón resulta impactante. Es posible observar mirando al frente, la majestuosidad del río, antaño el amplio mar. Te puedes sentar en el asiento del capitán frente al timón, y probarte la gorra típica de la época para sentirte dueño de este inmenso pedazo de historia.

Algunos accesos no son lo que se dice fáciles, puesto que, al igual que como fue en realidad, existen escotillas, escaleras empinadas y pequeños recovecos. Pero sinceramente, merece mucho la pena investigar cada última esquina de este increíble buque. Se puede bajar hasta la mismísima sala de máquinas y llegar hasta los motores y la visión es sobrecogedora.

Una visita diferente a lo habitual, pero que merece mucho la pena, puesto que, aunque nos pese, son un pedazo de la historia de la humanidad.


ALGUNAS IMÁGENES…


DEEP BLUE SEA (o prohibido dar de comer a las mascotas)

Opinión de Deep blue sea

Deep blue sea (1999)


Dirección: John R. Leonetti

Reparto: Thomas Jane, Saffron Burrows, Samuel L. Jackson, L.L. Cool J y Michael Rapaport

SINOPSIS

Susan McAlister y su equipo de investigación trabajan en una plataforma científica en medio del océano llamada Aquatica. Sus experimentos tratan de hallar una cura para la enfermedad de Alzheimer a partir del líquido cerebral de tres escualos que poseen en sus instalaciones. Cuando una tormenta tropical azota la plataforma, los residentes que quedan trabajando, deberán hacer frente a unos escualos más grandes, más inteligentes y más voraces.

OPINIÓN PERSONAL DE «DEEP BLUE SEA»

Que las películas de terror me gustan, es obvio. Que veo muchas y algunas muy malas, también. Las películas de monstruos me apasionan, no lo voy a negar; pero cierto es que, dentro del género me gusta hacer una simple distinción: monstruos reales y monstruos inventados. Dentro del paquete de monstruos inventados catalogo a aliens, demogorgons, o kaijus por poner algún ejemplo. Y en la caja de los monstruos reales se ubican todos aquellos animales que son capaces de montar un buen follón. Pero si he de remarcar que dentro de este lote acepto mutaciones genéticas realistas: es decir, nunca disfrutaré de películas sobre tiburones con dos cabezas, pulpos con cabeza de cocodrilo o anacondas con boca de lobo… Ni tornados que nos envíen tiburones (saga infumable para mi gusto).

Disfruto mucho con las cintas de terror donde animales reales son capaces de aterrorizar a los protagonistas, y por ende, esta es una de ellas. Deep blue sea resultó para mí un soplo de aire fresco ante un género que estaba en horas muy muy bajas; los tiburones habían perdido toda su esencia de asesinos implacables (aunque ya sabemos que no es tan fiero el león como lo pintan) atacando a surfistas y bañistas despreocupados. El tiburón como rey del terror marino había sido prácticamente olvidado hasta este resurgir antes de la entrada del nuevo siglo. Antes de entrar de lleno en esta película, destacar que por desgracia, el resurgir de estos bichejos, abrió una decadente veda de películas de bajo presupuesto donde los escualos nadan bajo la arena, bajo el hielo, son fantasmas o tienen cuerpo de pulpo… Despropósitos a cual peor.

Pero centrándome en la cinta que nos ocupa, fue un gran descubrimiento el visionado de esta película en pantalla grande. La disfruté desde sus primeros minutos cargados de tensión ante lo que se avecinaba. Y no me equivoqué. Una cinta llena de momentos angustiosos, situaciones de una acción trepidante, buenos efectos especiales, una historia nada descabellada (viendo como va este mundo) y sustos por doquier.

Renny Harlin, le pese a quien le pese, es un adicto al espectáculo; a veces con buen resultado y otras no tanto. Es un fanático en mostrar sus historias maximizadas al extremo, ofreciendo acción, suspense y tensión a partes iguales. Y a mí, en esta película, consiguió transmitirme todo lo que pretendía. En medio del océano, abandonados a su suerte, los protagonistas sufrirán los ataques continuados de unos asesinos implacables, que para más inri, son más inteligentes de lo habitual.

Los personajes están dibujados superficialmente, lo justo y necesario para conocer cómo es cada uno, cuales son sus aptitudes en aquella plataforma y así empatizar con ellos lo menos posible. Yo empaticé de igual forma, soy así de intenso.

Los efectos especiales me resultaron muy buenos, hablamos de hace veinte años y con el recuerdo del animatronic de Spielberg en la retina. Lo suficientemente creíble como para hacerte saltar del sillón unas cuantas veces, acompañados de buenos efectos de sonido que trabajan los ecos, los sonidos huecos, fugas de agua silenciosas… Todo lo que en una plataforma bajo el océano podríamos escuchar. Solos ante el gran azul.

Una segunda parte diecinueve años después, ha manchado el buen sabor de boca de una historia que debía haberse quedado en nuestros recuerdos. Secuela innecesaria, plagiada prácticamente de su predecesora y que yo obvié nada más verla. Su tercera parte, directa al VOD supera a su antecesora, aunque sigue teniendo una calidad bastante por debajo de la media.

Así que como amante de las películas de escualos (aunque es un amor-terror desmesurado) debo darle un aprobado con nota a esta historia de ataques marinos repleta de acción, suspense, mucha sangre y agua a raudales.


NO FUE UN SUICIDIO SI AÚN ESTÁS AQUÍ

La segunda parte de «Suicidio del 97» ya está aquí…

¡Bienvenido de nuevo tras el parón veraniego!

Cierto es, que este descanso de la web no iba destinado a disfrutar de los rayos de sol y del ocio al que este clima nos invita. Con la situación actual, el paréntesis ha sido más bien a nivel  neuronal; es decir, el calor me frena la creatividad… Y aún nos quedan días de buen tiempo, pero las noches que refrescan cada vez más, aunque sea poco a poco, también activan las ganas de escribir.

Y precisamente de eso trata este primer post tras el verano. De la escritura, y de mi nueva novela “No fue un suicidio si aún estás aquí”. Me alegra poder retomar el trabajo en mi web con el anuncio de la publicación de mi segundo libro, que supone la segunda parte de la historia que comencé el año pasado con “Suicidio del 97”. Y qué necesitas saber de “Suicidio del 97” para continuar la historia… Sencillo, deberías haberlo leído ya ;D. Al final del post te dejo el enlace para la compra de ambos libros. Recuerda que siempre te llegarán dedicados por el que suscribe al adquirirlos en mi web.

La pequeña ciudad de Danford abre de nuevo sus puertas, para sumergir al lector en nuevas tramas, intrigas, sueños rotos, amor y traición… Si sueles seguir mis RRSS (@suicidiodel97 por ejemplo), conocerás cuando se desarrolla esta segunda parte. Pero si no sueles bichear mucho, te contaré que “No fue un suicidio si aún estás aquí” transcurre en el año 2007; es decir, diez años después de los sucesos acaecidos en la primera parte. Una década en la que la vida de los protagonistas ha evolucionado, transformando a aquellos adolescentes en jovenes con vidas más o menos definidas. Diez años dan para mucho, es cierto, pero la idea de continuar la historia con el conocido “día después”, era algo que no me satisfacía en demasía. La historia que se desarrollaba en “Suicidio del 97” tenía principio y final (más o menos abierto, pero una salida y una meta a la que llegar) y no necesitaba continuar relatando el día posterior a los sucesos de aquel invierno de 1997.

Como escritor, me resultaba más interesante situar la nueva acción diez años después de aquel último día en Danford. Los adolescentes ya han madurado, han encauzado sus vidas y acarrean sus errores del pasado, mezclándolos con su día a día en 2007.

Para ti, que ya leíste la primera parte, sin hacer los conocidos spoilers que tanto odio, te informo que muchos personajes a los que amaste u odiaste en “Suicidio del 97” volverán a abrirse ante ti, mostrándote cómo les ha tratado la vida durante tu ausencia. Daniel, Sarah o Kelly por nombra algunos, sumados a nuevos habitantes que han entrelazado sus vidas con ellos, formarán una nueva tela de araña llena de mentiras, odios, pasiones y lágrimas. Esa misma tela de araña que tanto disfrutaste en la primera parte, prometo que volverá a engancharte de una forma más brutal y desgarradora. Porque Danford no ha cambiado. Pero sus habitantes sí. Y te aseguro que si tu primera visita no fue agradable (como rezaba la publicidad), esta segunda se convertirá en un verdadero infierno.

Espero que la disfrutes por lo menos, la mitad de lo que he disfrutado yo escribiéndola para ti.

¡¡HASTA LA PRÓXIMA!!

¡¡PINCHA SOBRE EL LIBRO PARA ADQUIRIR TU EJEMPLAR DEDICADO!!


HOY TE DIGO ADIÓS

La dureza de los cambios

Hoy mis labios pronuncian esa palabra que delimita el fin de lo conocido. Adiós. Hoy vuelvo a sentarme ante el teclado, observando una página en blanco. Y hoy vuelvo a escribir. Empiezo a ser consciente de cómo ha cambiado todo. De repente, sin derecho a réplica. Es gracioso pensar en lo fácil que resulta nuestro día a día cuando la costumbre y el hastío conviven en nuestro interior. Levantarse, mojar unas galletas en el café y salir de casa para enfrentarse a la rutina de un trabajo que hace demasiado que dejó de importarnos lo suficiente como para disfrutar de él. Pero que, casualmente, paga las facturas. Y da de comer. Y permite sobrevivir en la vorágine que es la vida. Cuando te encuentras en esa rueda de hámster, sabes que tienes que seguir girando sin parar; aunque no llegues a ninguna parte, aunque sigas en el mismo sitio. Porque estás estancado y aun sabiéndolo, te quedas ahí. Girando sin parar. Porque así es la vida; o al menos lo que creemos que es la vida. Y somos felices.

Hasta que llega un día en el que te dicen que pares. Que la rueda deje de girar. Que tú no puedes estar girando sin parar, porque no lo vas a soportar; tu cuerpo no lo va a soportar. Y te obligan a parar, aunque tú quieras seguir intentándolo con todas tus fuerzas. A pesar del dolor, de lo que pueda pasarte, tratas de empujarte con las manos, clavando las uñas en aquella rueda e intentando parecer capaz. Pero no lo eres. Ya no. No puedes seguir girando, y las lágrimas de impotencia nublan tu vista, porque por más que grites que quieres seguir en toda aquella rutina dolorosa, sabes que no vas a ser capaz. Y duele. Porque aunque la conciencia agradezca esa invitación a abandonar el barco, el corazón se rompe en pedazos cuando eres consciente de que te vas a hundir y el barco seguirá a flote.

Confusión. Miedo nunca. Nada más. Sencillamente se cierra una puerta y se abre otra. Porque la vida aprieta, pero no ahoga. Reinventarse en estos tiempos es algo que está a la orden del día. No seré el primero ni el último. Solo es cuestión de organizarse; de recolocar las piezas del puzle para que muestren otra escena, otra imagen. Un nuevo camino. Poco a poco, queda mucha vida por delante. Sin prisa pero sin pausa, como suelen decir.

Cierro esta etapa, al menos por ahora, tras más de una década al pie del cañón. Sonriendo, mordiéndome la lengua, preocupándome, enfadándome, sintiéndome parte de algo grande. Algo que ya no existe; algo que se desvaneció hace tanto tiempo como aquella ilusión con la que todo se levantó. Todos lo sabíamos, pero era más grande la unión que la verdad. Remábamos sin descanso, siempre contra marea. Y siempre juntos. Eso sí que lo voy a echar de menos. Cada mirada confidente, cada sonrisa maliciosa, cada risa llena de veracidad. Todo lo que construimos nosotros. Entre nosotros. Todo lo demás no deja de ser más de lo mismo. Mismo perro con diferente collar. Pero tampoco tiene nada de malo, así es la vida. Así es el mundo y así nos hemos acostumbrado a vivirlo. Y nos parece bien; o al menos, nos paga las facturas.

Mirar hacia atrás no es una opción que me guste; ni siquiera que me apetezca. Pero he de hacerlo para saber que realmente lo he dejado atrás, que ya no formo parte de todo aquello. Que lo que dejo es un cúmulo de recuerdos, de anécdotas, de vivencias… Y que nunca van a desaparecer, al menos dentro de mí seguirán latentes durante mucho tiempo. A todos y a cada uno de los que viajaron conmigo, los que se apearon antes que yo, a los que invitaron a abandonar aquel tren, y sobre todo a los que siguen de viaje… A todos los que en mayor o menor medida formaron parte de mi maravilloso viaje que ahora llega a su fin, solo puedo dedicarles un inmenso gracias por todo lo vivido, por todo lo aprendido. Un gracias por enseñarme a disfrutar de la vida, por hacerme reír y por hacerme llorar. Por hacerme formar parte de otras vidas y por poder dejar mi huella en algunos corazones.

Ahora, el presente aparece difuso, turbio, nublado… Sé que es cuestión de tiempo, que día tras día, toda esa confusión irá desapareciendo, dando paso a nuevas oportunidades, nuevos cambios, una nueva vida. O al menos diferente a la anterior, distinta a la que conocía y a la que me había acostumbrado. Porque me pagaba las facturas. Como a todos.

Pero la sonrisa no es algo que desaparezca tan fácilmente, y la mía seguirá durante mucho tiempo adornando mi rostro, formando parte de todo lo que está por venir. Que va a ser grande e inolvidable. Como todo lo que he vivido hasta ahora. Incluso mejor.

¡¡NOS VEMOS EN SEPTIEMBRE!!