Porque actuar esconde muchos matices desconocidos…
¡Ya queda menos para despedir este año tan inusual y extraño!
Y lo cierto es que apetece decirle adiós; tratar de dejar atrás este cambio en nuestras costumbres, en nuestro día a día. Reorganizar nuestra vida en función a unas nuevas directrices, redirigidos hacia una diferente y extraña normalidad.
Analizando todo lo que ha rodeado nuestra vida estos últimos meses, se me ha ocurrido escribir acerca de algo que quizá desconozcas. Es probable que nunca te hayas parado a pensar en ello cuando estás sentado en la butaca del teatro o del cine, incluso en el sofá con unas palomitas y una manta que te preserva del frío exterior. En este artículo te voy a explicar algo que muchas veces me han preguntado y siempre trato de explicar lo más claramente posible: como creamos los personajes que interpretamos en teatro, cine o televisión.
Obviamente, yo me centraré más en mi experiencia teatral, puesto que tampoco tengo grandes nociones en cine o tv, aunque entiendo que no distará mucho. Actuar no es darle a un clic en el cerebro y comenzar. Sobre todo, cuando te dicen que si eres actor, que les interpretes algo, a ver qué tal… No es tan fácil (al menos para mí) si quieres hacerlo bien.
Cada personaje que interpretamos, se convierte en un ser de carne y hueso en el momento que decidimos aceptar el reto de llevarlo a escena. Antes solo era unas líneas en un papel, un esbozo de ser humano, un protagonista de una historia contada, pero nosotros le insuflamos vida para que el público descubra a esas líneas convertidas en seres vivos. Cada personaje tiene una historia (debe tenerla) y eso no implica que el propio autor de la obra nos explique cuál fue su pasado y qué le ocurrió antes de llegar a la primera página del libreto teatral. No es estrictamente necesario que el autor nos ofrezca esa información. Pero nosotros, como actores, debemos crearla. En base a la historia que vamos a representar, tenemos que erigir nuestro personaje desde los cimientos. No solo su aspecto físico (que creamos a partir de trabajos posteriores) sino su aspecto interior.
Existen muchísimas variantes a la hora de crear tu propio personaje. En realidad, son una batería de preguntas que van delimitando todas las aristas de tu personaje. Tú mismo te las puedes inventar, cuantas más, mejor. Desde datos acerca de su infancia, familia, estudios, etc… Hasta aspectos mucho más personales, como creencias teológicas, políticas, morales, e incluso sexuales. A lo mejor estás sonriendo, pensando que para qué hace falta todo eso para subirse a un escenario y decir unas cuantas frases. Sencillo. Si el personaje que interpretas no tiene vida, tú no se la vas a poder dar, por muy bien que te aprendas el texto y conozcas tus movimientos en escena.
De la misma forma que nuestras acciones en la vida vienen determinadas por una serie de vivencias personales, las cuales nos han formado moral y sentimentalmente, el personaje también lo necesita. Si tu personaje llora, no solo es porque el autor acota que debe llorar. Debes preguntarte ¿por qué llora, si es una mujer fuerte? Quizá es fuerte frente a la vida, pero la situación que está viviendo remueve recuerdos de eventos pasados que no logró superar… Es solo un ejemplo, de cómo todo lo que el personaje haga debe tener un sentido, y para eso debes darle un trasfondo. ¿Supone inventárselo? Pues sí, en algunos aspectos sí. Porque no puedes saber quién fue la primera novia, o el primer beso de tu personaje, pero sí sabes que es un personaje enamoradizo; si en la pieza teatral sufre por amor, puedes imaginar que su primer amor fue triste e inolvidable. Así cada vez que sufra en escena, tu mente recordará su pasado atormentado por el amor desde su adolescencia. Como digo, esto son solo ejemplos que demuestran que cuanto más rico sea tu personaje para ti (nadie conocerá todos esos datos que te has inventado) y mucho más enriquecedor para la obra y para el público.
El personaje no caminará como tú (eso no implica que deba cojear, dar saltitos o mover las caderas exageradamente) y es algo que se debe trabajar. Su personalidad hará que la actitud presencial ante el resto de personajes sea diferente a la tuya. Porque no hay nada más frustrante para un actor que le digan que le han visto en escena porque tal o cual gesto es muy peculiar en su día a día. La idea es que el personaje que aparece en escena no seas tú, no tenga nada que el espectador pueda hilar con tu “yo” real. No te sentarás igual, no beberás igual, no reirás igual. Y no significa hacer una pantomima del personaje. Son pequeños detalles los que marcan la diferencia entre fantasía y realidad.
Así que para terminar, cada personaje es único e inimitable. Nunca habrá dos Julietas iguales, ni dos Tenorios clonados. Ahí aparece latente el arte de los actores/actrices.
Espero que te haya parecido interesante este viaje a través de uno de los muchos trabajos del actor/actriz antes de enfrentarse a mostrar su trabajo al público. No olvides darle a “me gusta”, comparte el artículo y comenta lo que quieras… Estaré encantado de conocer tu opinión. ¿Habías pensado en ese trabajo que realizan los actores?
¡NOS VEMOS EN EL 2021!
Una respuesta a «CREANDO PERSONAJES SOBRE EL ESCENARIO»