QUERELLE (o el deseo hecho carne y violencia)

Querelle (1982)


Dirección: Rainer Werner Fassbinder

Reparto: Brad Davis, Franco Nero, Jeanne Moreau, Laurent Malet, Hanno Pöschl, Günther Kaufmann, Burkhard Driest, Roger Fritz, Dieter Schidor, Natja Brunckhorst

SINOPSIS

Georges Querelle es un marinero que ha recorrido todo el mundo a bordo del barco Vengeur. Además es un ladrón y un asesino. Querelle posee un magnetismo especial con el que seduce y encandila a cualquiera que se cruce en su camino. Especialmente a los hombres que le acompañan en su espiral de desenfreno.

OPINIÓN PERSONAL DE «QUERELLE»

No tengo muy claro cómo clasificar la película de la que te voy a hablar hoy. La vi hace bastante tiempo, varias veces durante toda mi vida. Y decidí volver a verla de nuevo hace poco. La sensación es la misma que antaño. Me gusta mucho, pero no tengo muy claro lo que he visto. Una historia onírica, cargada de belleza en la violencia de sus imágenes (que es complicado), llena de mensajes filosóficos edulcorados a base de cuerpos hercúleos, momentos terriblemente homoeróticos y una sexualidad reprimida convertida en ira.

Que no es una película para todo el mundo, eso también te lo puedo confirmar. No es como el cine que nos hemos acostumbrado a ver estos últimos años, muchas veces de usar y tirar. Querelle no es precisamente ágil en su ejecución, pecando de lenta en algunos momentos. Si no eres de las personas que se fijan en los detalles, no creo que llegues a disfrutarla. Si eres de mi club, probablemente encuentres muchos entresijos en cada toma, en cada plano. Y tampoco es que me considere un erudito en esto del análisis cinematográfico, ni mucho menos. Pero aprovecho cada segundo de calma en la cinta para saborear cada esquina de la toma, cada escondite del plano. Porque creo que es lo que Fassbinder buscaba con esta película. Que analizáramos cada detalle.

El guion flojea en ciertos aspectos, puesto que no profundiza demasiado en la psicología de los personajes, pero tampoco creo que Fasbinder fuera lo que buscara en este filme. Mi opinión tras una revisión hace unos días, es que en aquella época, lo que se trataba de conseguir era un revulsivo contra la sociedad. Probablemente en aquellos años, estaba destinada a ser visionado por una minoría que había salido del armario y comenzaba a disfrutar de esa falsa libertad. Y el paso del tiempo es el que colocaría esta película como una pequeña joya de culto.

Con un juego de fotografía espectacular, nos ofrece atardeceres que parecen no terminar nunca, esos tonos anaranjados, rojizos, amarillentos. Los decorados son eso, decorados. No tratan de esconderlo, ni de maquillarlo de forma ridícula. Porque están ahí para realizar su cometido, decorar las escenas.

La estética de los personajes me ha recordado en muchos momentos a los comics de “Tom of Finland”, aunque los comics sean bastante más subidos de tono que la película que nos ocupa. Los cascos de los obreros, esos pechos musculados y velludos… Vamos, los comics en plan soft, pero en vivo y a todo color.

Brad Davis es una debilidad, al menos para mí. Fallecido a causa del Sida (o al menos eso se cree) en el año 91, tras el boom de la aparición de esta enfermedad, como ya hablé en el post sobre “Compañeros inseparables”. No lo voy a defender por el papel que realiza en esta cinta (me enamoró en “El expreso de medianoche”) porque creo que Fassbinder jugó muy bien la baza de elegirle para este personaje. Tras el éxito de “El expreso de medianoche” y “Carros de fuego” (bendito seas Vangelis por esa banda sonora), Brad era una estrella en ciernes, lo suficientemente atractivo, varonil y deseable tanto para hombres como para mujeres. Y en esta película Brad demuestra tener ese magnetismo que Genet describía en Querelle. Sus planos descamisado, o simplemente hablando en primer plano, hacen que no podamos apartar la vista de la pantalla. Esa camiseta de tirantes de corte cuadrado es una oda al erotismo. Franco Nero y Jeanne Moreau realizan buenos trabajos interpretativos, aunque como ya he dicho al principio del post, la psique y el mundo interno de los personajes no es algo que prime en esta historia.

Es un viaje visual, decadente, oscuro, hacia lo más escondido del ser humano. Iluminado a golpe de soles en el ocaso, de escenarios de cartón piedra, de vidas de mentira cargadas de verdad. Uno de los mensajes que me llevo de esta historia, es que lo que deseamos es lo que marca el camino que seguimos. Y aunque aquí hablamos de terrenos sensuales y sexuales, es aplicable a cualquier aspecto de nuestra vida.

Así que me despido invitándote a descubrir esta peculiar pieza cinematográfica, que seguro que te resulta como poco, peculiar.

¡Nos vemos el próximo domingo!


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