ES FÁCIL: NO ME GUSTA

Si no aprendemos a respetar, mal vamos…

Pues aquí estoy de nuevo para tratar de aclarar un poco la situación que se está viviendo estos últimos años por el ciberespacio. O al menos, darte mi sincera opinión.

¿En qué momento sobrepasamos la libertad de expresión y la transformamos en falta de respeto? Básicamente, en el preciso instante que tus dedos teclean cualquier cosa que no sea un “a mí no me gusta”. Así de simple. Cuanto más mayor me hago, más me sorprendo de hasta a qué niveles, el ser humano (el español, para más señas, ya que es el que más veo) es capaz de vomitar bilis con la misma facilidad que se suenan los mocos.

Y claro, te preguntarás que a santo de qué estoy yo hablándote de esto. Pues por Eurovisión. Si, visitante, por el Festival de la canción. Situémonos. Soy fan de este certamen desde que era bien pequeñito. Recuerdo haber visto a mi grupo favorito de la época “La década prodigiosa”, cantar aquello de “Made in Spain”, ver a Sergio Dalma darlo todo, a Anabel Conde rozando la gloria. A Pastora y a Ruth entregarse en cuerpo y alma. Y muchos y muchos más. Lo disfruto como si fuera el fin del mundo. ¿Dónde me diferencio de los eurofans? Vale, no me iría a verlo en vivo, ni me subo por las paredes con los eurodramas. Me molestan, puede ser, pero creo que hay cosas más importantes en mi vida, que dar vueltas y vueltas a temas que yo no puedo cambiar. Y me encantan los eurofans porque lo dan todo y eso mola (en el futbol también, que aquí no se escapa nadie).

Ahora bien, aquí viene el primer bache. Si tú decides quedarte en tu casa a ver la final de la Champions, ¿a mí qué? Si te vas de una reunión porque dan la final de “Supervivientes”, ¿qué me importa a mí? Nunca se deben juzgar las prioridades de cada uno. Pero si un fan de eurovisión se queda en casa para ver el concurso, es que la gente se echa las manos a la cabeza. Repito. Respeto. El mismo que yo te demuestro cuando te vas a ver el futbol, deporte que a mi NO ME GUSTA. Yo he tenido que justificarme y no cambiar un turno de trabajo a un compañero porque daban Eurovisión y recibir esa mirada de “venga ya, ¿por ver esa mierda?”. Y dignamente decir que sí y darte la vuelta, sintiéndote un mal compañero. Cosas de la vida. Pero claro, sería maravilloso si nos quedáramos en ese límite entre gustos y aprendiéramos a respetarlos. Por desgracia, vamos un pasito más allá. Y dentro de los mismos gustos, también encontramos a gente que se siente con el derecho de sobrepasar ese NO ME GUSTA.

Retomamos el Festival. Me sorprendieron Tanxugueiras; Rigoberta NO ME GUSTÓ. Primera debacle. Aquí o eres de un bando o eres de otro. No se permite el gusto variopinto. Y mucha gente no acepta que tus gustos no coincidan con los suyos, que por supuesto, creen sacrosantos. Si a mí no me gustó el mensaje que enviaba Rigoberta (por parecerme desfasado y cansino), ¿no entiendo de música? ¿Soy machista? ¿Voy en contra del progreso? No señores, NO ME GUSTA y punto. Tampoco me ha gustado nunca Nirvana o Eminem y nadie me ha crucificado por ello. Pero en Eurovisión, mucha gente sí lo vive de esa forma. O conmigo o contra mí.

Chanel no era para nada mi favorita. Es así. O sea, que no es una defensa de un fan acérrimo desde el minuto uno. Para nada. No era ni mi segunda, ni mi tercera opción. Es la realidad de lo que yo sentí al escucharla. Me pareció más de lo mismo. NO ME GUSTA el reggaetón, lo siento. Nunca me ha gustado, entonces no era mi favorita. Y ahí está la magia del equipo de esta cantante. Han conseguido convertir una canción simplona, repetitiva y probablemente olvidable tras las resacas de verano, en un espectáculo único e inolvidable. Lo digo con tanta certeza, porque no vi el Benidorm Fest, solo escuché las canciones en mi coche entre ensayo y ensayo. Y lo que yo vi el sábado en el escenario de Turín, me dejó con la boca abierta. La mandíbula desencajada y hasta puedo decir que se me saltaron unas lágrimas de la emoción. Emoción ante tanta pasión por tu trabajo, ante esa dedicación, esa perfección de movimientos, ese conjunto impecable.

¿Hubiera quedado mejor una teta en el escenario y Rigoberta saltando? Pues puede, quién sabe. Pero es algo que nunca sabremos. Pero es que a mí no me importa. Ni que Tanxugueiras pudieran haber dado el pelotazo. ¿Qué más da? Chanel fue, vio y venció ante todo pronóstico y ante toda crítica, que ha sido mucha. Más bien demasiada. Ese límite de NO ME GUSTA que tanto odio que la gente sobrepase. Me produce pena, el ver como hay gente que disfruta con ello, porque si navegas con frecuencia, aprendes a leer comentarios desafortunados y mensajes de desprecio. Sabes diferenciarlos. Y hay más de lo segundo.

Sorpresa tras el festival. Ahora las críticas vienen acerca de ser la única diva con show ligera de ropa. Letra basura, baile grosero, vergüenza para las mujeres (dicho por mujeres, lo siento, es así). Y lanzamiento de insultos, defensas, críticas, vamos, un show. Y mi pregunta es la siguiente: el hecho de haber quedado terceros (segundos desde mi humilde opinión, para mi Ucrania y su situación, por triste que sea, se resolvió en el sitio equivocado) después de la friolera de 27 años (que se dice pronto, más de un cuarto de siglo), ¿no les hace pensar que a lo mejor el espectáculo al completo era bueno? ¿De su gusto? A lo mejor no. Tampoco lo era del mío, como ya he explicado más arriba. Pero, ¿en serio es necesario seguir sobrepasando los límites del respeto y la educación, echando por tierra el trabajo de todo el equipo de esta representante?

Mi más sincera enhorabuena, porque una canción que a mí no me transmitía nada, se ha convertido en una actuación para ver una y otra vez en bucle. Por el buen hacer, por la profesionalidad y por el talento encima de ese escenario.

A mí, sinceramente, me da mucha pena hacia donde estamos yendo. Si me lees con frecuencia, sabes que no critico lo que no me gusta. Simplemente lo dejo pasar, porque no me ha hecho disfrutar, ni me ha aportado nada positivo. Entonces, yo no pierdo ni un segundo de esta vida, que pasa más rápido de lo que pensamos, en sobrepasar ese NO ME GUSTA. Es que ni eso escribo. ¿A quién le hace falta saber si algo me ha gustado o no? ¿A alguien cercano a mí? Nos tomamos un café y te cuento mis impresiones. En internet, ¿para qué?

Señoras, señores y demás gente fuera de ese espectro, háganme caso. Para gustos, colores. Eso es un dicho más antiguo que yo. Y más de uno debería colgárselo en un post-it en la nevera o en el espejo del baño. Que a ti NO TE GUSTE no significa que sea malo, simplemente no va contigo y con tu estilo. Nada más.  Aprendamos a ser más tolerantes con TODO y con TODOS. Al fin y al cabo, nuestros hechos nos definen, hoy y siempre. Y en internet, todo queda. PARA SIEMPRE.

¡Besos enormes y nos vemos pronto!


EL PODER DEL CORAZÓN

Todo es posible si le pones el empeño suficiente

¡He vuelto y esto va a ser alucinante!

Ha pasado mucho tiempo, lo sé. Lo admito y te pido disculpas. Mi último post fue allá por febrero, después del parón navideño, como hago todos los años. Y ese post trataba acerca de mi nuevo proyecto teatral “Todavía tengo tiempo”, de su inminente estreno y poco más. No he escrito ningún artículo en todo este tiempo. Y no por falta de ganas, sino por falta de tiempo.

El comienzo de año ha sido bastante caótico en muchos aspectos para mí. Tanto personal como profesionalmente. Y necesitaba centrarme en conseguir reorganizar todos los acontecimientos que se me vinieron encima en este comienzo de 2022, para poder retomar con fuerza y energía la continuación de mi web.

Ya sabrás que además de ser mi web profesional como actor y dramaturgo, mi intención cuando la creé, no era dejar una página que fuera visitada cada vez que algún director de casting me solicitara información acerca de mi trayectoria profesional. Obviamente, sería lo más cómodo. Actualizar videografía y fotografía de vez en cuando y modificar mi currículo en función de los proyectos nuevos que fuera haciendo. Eso es lo fácil. Eso es lo sencillo. Pero a mí no me gustan las cosas mascadas. Me apasiona crear, me divierte ofrecer cosas nuevas cada vez que visites mi web.

No he parado de hacer cosas desde que empecé el año. Si me sigues por redes (@alexander.j.cox), sabrás que he viajado a Luxemburgo para estrenar mi obra “Todavía tengo tiempo” y después hemos representado en Madrid. También he terminado mi participación en “Los dientes de leche” de UJO Teatro, y estrenaremos en octubre. Firma de libros en la Feria del Libro de Málaga, un anuncio publicitario, viajes de nuevo a Madrid… No he tenido respiro.

Sigo escribiendo la tercera parte de mis novelas, pero voy muy despacio. Los que han leído las dos primeras, me quieren matar, porque están deseando saber qué ocurre con los habitantes de Danford en esta historia final. Pero es que quiero que sea un final perfecto. Me lo estoy tomando con calma, porque el final va a ser inolvidable.

Pero sigo escribiendo. No solo la novela, también estoy escribiendo teatro. Una comedia que creo que va a dar mucho que hablar. Y en breve comienzo un nuevo proyecto, mucho más ambicioso, pero qué quieres… Soñar es gratis y si llego a conseguirlo, te va a encantar. Porque creo que puede ser algo importante.

Y todo esto es porque últimamente confío más que nunca en mi trabajo. Mi vida ha cambiado, mi percepción de mí mismo también. La necesidad de aceptación del de enfrente, la facilidad de hacer tambalearse mi autoestima. La preocupación acerca del qué dirán, ya no existe. Nada de eso existe. He aprendido, aunque sea a mi edad, a saber que lo más importante en esta vida es la forma en la que tú te ves en el espejo. Cómo esa imagen te devuelve la fuerza suficiente para enfrentarte a todos y a todo por conseguir tus objetivos. He conocido la envidia, los celos, la ira, la venganza… Y durante tantísimos años han conseguido hacerme sentir pequeñito. Hasta el momento en el que dije BASTA. Y aprendí a verme como quiero verme. A creerme lo que soy y lo que quiero llegar a ser. A escuchar las críticas constructivas y reírme de las destructivas. A quererme, en una palabra.

Y ese ha sido el comienzo del cambio. El momento en el que he puesto mi corazón por delante de todo y la visión de quien me mira ha perdido valor. Ahora la visión importante es la mía. Y es la razón por la que vuelvo a la carga, renovado por dentro y por fuera. Porque es el momento perfecto para demostrar todo lo que sé hacer.

No podemos dejar que el corazón deje de intentarlo. No debemos permitir que nuestros sueños se queden arrinconados en una esquina de nuestro día a día, dejándonos llevar por la rutina y el conformismo. No tenemos que dejar pasar la vida soñando con un “y si…” Hay que lanzarse a por todas, no importa que no haya red. Tenemos alas para volar. Tenemos fuerza para resistir los impactos y reventar el suelo con nuestros pies. Pero hay que creérselo. Y yo, ahora, me lo creo. Ahora creo en mí.

¿Y tú? ¿Crees en ti? ¿Vas a luchar por tus sueños?


NO HACE DAÑO

Porque he aprendido a tropezarme

¡Encantado de verte de nuevo!

Supongo que ahora que se acerca mi cumpleaños, mi cabeza, aunque no quiera, analiza y escudriña lo vivido y hace balance de mi situación aunque yo no quiera. Quien diga que su cumpleaños pasa sin pena ni gloria, miente. No importa si haces una gran celebración con familia o amigos, o si por el contrario, decides tumbarte en tu sofá a ver una peli ochentera rollo remember… Tu subconsciente trabaja aunque tú no lo sepas y el mío también.

Mi vida no va mal. No me puedo quejar. ¿Podría ir mejor? Por supuesto, a nadie le amarga un dulce. Pero como también podría ir peor, no tentemos a la diosa Fortuna y dejemos las cosas como están. Pasito a paso, el camino parece complicado, pero voy bien. Las prisas no son buenas consejeras como dicen, pero tampoco hay que dormirse en los laureles, como también dicen. Que la vida pasa y solo hay una, esto no es un videojuego en el que tenemos vidas ilimitadas.

No tengo miedo a equivocarme. No me asusta errar en mis decisiones. Porque al fin y al cabo, forma parte del aprendizaje. De mi propio aprendizaje. Y tengo claro, a día de hoy, que seguiré aprendiendo cada día, descubriendo que no tiene nada de malo dar lo que se dice “palos de ciego” en algún momento.

No comprendo la sensación de desagravio que sienten muchas personas a la hora de recordar lo vivido (sobre todo los errores), como si el arrepentimiento solucionara algo. Y mentiría si dijera que no me arrepiento de nada de lo que he hecho en mi vida. Hay días que sí, y otros días que no. Depende del estado de ánimo. Y eso me hace gracia, porque no sirve de nada. El pasado no se puede deshacer. ¿He descubierto algo? No, es un hecho. Básicamente.

Y además tiene un efecto rebote. ¿No lo crees? Es tan sencillo como colocarse en el punto actual y retroceder hasta ese momento del que te arrepientes y borrarlo de un plumazo; hacerlo desaparecer. ¡Pum! Ya está, ya no existe. Nunca pasó.

¿Y ahora? Ese aprendizaje desaparece, esa sensación ante algo que no debería haber ocurrido ya no existe, nunca jamás lo has sentido. Eres feliz porque te has deshecho de una situación que te hizo daño; pero al mismo tiempo que has borrado eso, también has olvidado el dolor que te provocó, y por lo tanto, no conoces ese sufrimiento. Ni ese error. Y lamentablemente, tengo que decirte, que borrarlo no te asegura que no cometas el mismo u otro fallo parecido en un futuro.

Porque al no haber cometido ningún traspiés, no hay aprendizaje de lo que está bien o mal. Una pescadilla que se muerde la cola, así lo veo yo. Si no me hubiera casado estaría mejor… Si no me hubiera comprado el coche… Si hubiera aceptado ese trabajo… ¿Qué? Tu vida sería diferente, no solo por estar soltera, cobrar más en tu trabajo o por ir andando…

ME ARREPIENTO A VECES…

ESO ES LO DIVERTIDO DE TODO ESTO

Tu vida sería distinta a todos los niveles. Existiría gente a la que no hubieras conocido nunca (y pensarás, mejor que mejor…) pero esto incluye a gente que a día de hoy podrían ser pilares importantes. Y tú serías completamente distinto, porque tampoco habrías vivido muchas de las situaciones que a día de hoy te provocan una sonrisa de felicidad.

Cuanto más pasa el tiempo, más me doy cuenta de que todo lo que vivimos nos moldea poco a poco, sin siquiera darnos cuenta. No varía la personalidad, quizás sí el carácter. Pero cada paso que damos, además de dejar una huella que no se puede borrar, marca un antes y un después en nuestro interior.

Entiendo (y eso lo da la edad, además de las experiencias) que este camino que es la vida es un trabajo unipersonal. Un recorrido solitario e independiente. Puedes ir acompañado, porque al final, existen tantos caminos que en algún momento tienes que converger con alguien, que tampoco somos ermitaños. Y esos paseos acompañados nos pueden hacer sentir bien, felices, arropados, cuidados… pero tenemos que saber que hay bifurcaciones que cuando menos lo esperemos, separarán nuestros cuerpos y se alejarán poco a poco. Y es posible que nos volvamos a encontrar, nunca es un para siempre. Pero hay que saber que este camino se recorre solo.

Y no es nada malo, ni mucho menos triste. Es una lucha diaria, y qué mejor que hacerlo con una sonrisa, con la seguridad de que todo será útil, lo bueno y lo malo.

Piensa más allá de lo que alcanzan tus ojos. Busca a través de los recuerdos, de los buenos y de los malos. Traspasa los límites de lo que te dicen que es tu máximo posible. Porque cuando arañes, rasgues y abras esa barrera que hay impuesta, te sorprenderás de lo que hay más allá.

No podemos cambiar lo que ya ha pasado. No descubro nada nuevo con mis palabras, soy consciente. Por eso mi lema es sencillo. Siempre hacia adelante, sin miedo y sin tabúes.

Y como siempre, te recuerdo que si aún no tienes estas dos pedazos de novelas, no entiendo a qué estás esperando… ¡Te sorprenderán!

¡¡PINCHA SOBRE EL LIBRO PARA ADQUIRIR TU EJEMPLAR DEDICADO!!

Suicidio del 97

COMENZAR DE NUEVO

Frenar para tomar impulso tampoco es tan malo…

¡Hola de nuevo visitante de mi universo!

Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que dejé mis pensamientos por aquí y te pido disculpas por haber desaparecido tan de golpe y sin ofrecer ninguna explicación. Pandemia aparte, puesto que hubiera sido un gran momento para volcarse con más intensidad en estos menesteres, pero a mí me creó el efecto contrario. Un bloqueo a la hora de escribir, no solo frenó la creación de la tercera y última parte de “Suicidio del 97” y “No fue un suicidio si aún estás aquí”, sino que cortó de lleno las ganas de escribir sobre cualquier cosa.

Y lo mejor que pude hacer ante esa situación fue no forzarla. Asumir que ese momento de negación había llegado y recibirla con una gran sonrisa, los brazos abiertos y la positividad suficiente para admitir que simplemente era un mero trámite para continuar un poco más adelante.

Escribir no es fácil, quien lo haya intentado sabrá que no se puede obligar al cerebro a crear sin ton ni son, por lo que en un momento así, mejor dejar el teclado a un lado, guardar el bloc de notas o apagar la grabadora. Y eso hice yo. Hasta hoy, que todo ha vuelto a la normalidad, o mejor dicho, todo está recolocado como yo quería que estuviera. Porque al fin y al cabo, lo pasado también forma parte de mi normalidad personal.

Todo en ésta vida tiene un por qué, todo tiene una razón de ser y un sentido. Es posible que a veces no sepamos entender o inconscientemente no queramos aceptar, pero es tan real como la vida misma. Y es que la vida son pruebas, pasos, caminos, atajos y atascos. Tan simple como una carrera de fondo en la que corres solo como individuo, sin nadie alrededor. Tu propio y solitario maratón. Y es por eso, que sin tener a nadie a tu lado con quien competir, puedes permitirme la licencia de recorrer todo tu camino de la forma que tú prefieras. Habrá momentos en los que corras con todas tus fuerzas hasta quedarte sin aliento; otras veces pasearás con lentitud, redescubriendo tu alrededor y disfrutando de él. Podrás incluso sentarte a descansar y recordar como fuiste, asimilar como eres y planificar como quieres ser. Todo vale en tu camino.

NADIE TE PUEDE JUZGAR

Y quien lo haga, simplemente ha perdido su propio camino, y desea que te pierdas de la misma forma.  Envidia, miedo, egoísmo, rabia, llámalo como quieras. No pidas disculpas por aprender a caminar en soledad, buscando tu propio destino, luchando por tu futuro personal. No, no pidas disculpas. Nunca.

Pues al final, eso necesitaba yo. Cambiar el ritmo de mi carrera, puesto que entre atajos y atascos estaba a punto de perderme y no quería dejar de divisar mi horizonte. La necesidad de reconectar conmigo mismo, frenar tras una pandemia que a todos nos ha hecho mella, sobre todo psicológicamente. El miedo ante una serie de cambios como individuos que nos marcarán de por vida, y sobre todo que nos han modificado la forma de ver la vida. Al menos a mí.

Y por todo esto y por lo que me dejo en el tintero para no aburrirte mucho, arranco de nuevo con más fuerza si cabe para seguir recorriendo este camino personal y profesional. ¡Estoy encantado de recorrerlo contigo!

¡¡Hasta la próxima!

¡¡PINCHA SOBRE EL LIBRO PARA ADQUIRIR TU EJEMPLAR DEDICADO!!

Suicidio del 97

SECRETOS DE MI TRILOGÍA

Secretos de mi trilogía de Alexander J. Cox

Escribiendo la tercera parte, me apetece contarte esto…

¡Bienvenido de nuevo a mi universo querido visitante!

Hoy, último día del mes de febrero que nos abandona, me apetece contarte un poquito más acerca de la historia sobre mis novelas. Y voy a desgranarte el porqué de mi trilogía y las razones por las que decidí crearlas de la manera que lo hecho (y que sigo haciendo, pues estoy inmerso en el desenlace con el tercer libro).

Como no sé si ya has leído las dos primeras novelas, no haré spoiler acerca de nada de lo que ocurre en ninguno de los dos, pero sí te explicaré cómo está concebida la historia de los habitantes de Danford.

Para hacerlo bien, lo importante es empezar desde el principio. La primera parte de esta trilogía se titula “Suicidio del 97”, y como se deduce, transcurre en el invierno de 1997. Los personajes principales, son adolescentes que rondan los diecisiete años de edad, todavía están en el instituto y sus historias se entremezclan poco a poco a medida que avanzan los capítulos. Eddie, Sarah, Daniel, Sammy, Kelly o Donna, comparten desventuras propias de su edad (y no tan propias), con sus miedos, sus frustraciones, sus ilusiones y sus tristezas. Cada uno de ellos afrontará sus devenires de diferente forma, con mayor o menor éxito.

Cuando empecé a transcribir esta primera parte, no pensé en prolongar la historia. Al fin y al cabo, era una novela escrita en aquella época, “remasterizada” años después, pero tanto mi personalidad como mi madurez habían evolucionado. Cuando la primera parte “Suicidio del 97” estuvo en el horno, se me ocurrió continuar la historia de una manera diferente a lo que normalmente estamos acostumbrados. Es decir, en mi segundo libro no existiría “el día después”. Con mi forma de pensar y afrontar la vida a día de hoy, no sentía que volver a 1997 tuviera mucho que ofrecer. Y en mi cabeza surgió la chispa:

¿Y SI LA SEGUNDA PARTE

TRANSCURRIESE DIEZ AÑOS DESPUÉS?

En mi mente se vislumbraron los personajes diez años después, acercándose a la treintena, con una madurez totalmente distanciada de aquellos adolescentes de la primera parte. Podría ser una buena idea. El trabajo de continuación resultó bastante más difícil que “el día después”, puesto que en diez años, la vida de todos habría cambiado (para mejor o para peor), pero era necesaria una correcta línea de tiempo, que concordara con toda lógica al situar a los personajes en el año 2007. Pero aun así, me pareció una idea estupenda. Así que me lancé a ello con “No fue un suicidio si aún estás aquí”, la segunda parte. Obviamente, tras dar por zanjada la idea de que la segunda parte transcurriría en 2007, estaba claro que el desenlace de la tercera parte tendría que ocurrir otros diez años después, en 2017. Que casualmente, es el año en el que empecé a preparar la primera parte para su publicación. El círculo me resultó perfecto.

En el tercer libro, los personajes se acercan a cumplir los cuarenta años, donde todo ha evolucionado tanto que los personajes ya tienen claro su destino. O al menos así lo creen ellos. Tras dos décadas encerrados en aquella ciudad maldita, Danford está preparada para todo lo que vaya a ocurrir. Y te aseguro que lo que va a suceder va a ser el colofón a una historia que me ha marcado más de lo que yo hubiera podido imaginar jamás.

Si te preguntas si ya sé cómo va a acabar la historia de Danford, te puedo decir que sí. De la misma forma que cuando comencé a escribir la segunda parte ya tenía claro el final (aunque luego se añadan o se borren ideas). La idea en grueso estaba clara. Igual que ocurre con el tercero. Tengo claro donde empiezan los personajes y donde van a acabar. Es el recorrido lo que puede variar a medida que vaya escribiendo.

Si has leído alguna de las dos partes, te habrás hecho una idea de la forma de escribir que me caracteriza. ¿Que soy cruel? Puede que sí, no te lo voy a negar. ¿Qué disfruto con ello? Para nada. Cuando las ideas van surgiendo y van tomando forma, tengo que sincerarme contigo y decirte que lloro. Lloro y bastante. Imagino que es porque los personajes están tan metidos en mi interior que hasta me auto inculpo por llevarlos por todos esos caminos. Pero es que no creo que otro camino pudiera ser mejor que por el que les he mandado.

Mucha gente me pregunta si tengo ganas de escribir otras historias alejadas de Danford. Y mi respuesta siempre es la misma. Por supuesto que quiero contar otras ideas que rondan por mi cabeza, pero lo que está claro es que Danford todavía bate mi cabeza en su tercera parte para conseguir un cierre perfecto a la historia que satisfaga a mis lectores (o al menos eso espero) y que concluya la historia de mis personajes. Pero es difícil (al menos para mí) el pensar que cuando el tercer libro esté concluido, Danford dejará de formar parte de mi vida. Porque todos ellos han convivido (y conviven en esta recta final) cada día, a cada paso, en cada imagen en mi cabeza, en cada frase que resuena en mi mente. Pronunciadas por ellos, sé que me va a costar separarme de ellos… Aunque nunca se sabe.

¿Qué opinas sobre esta idea de trilogía? Suscríbete a mi web, pincha en “Me gusta” y comparte este artículo si te ha gustado.

¡¡NOS VEMOS LA SEMANA QUE VIENE!!

¡¡PINCHA SOBRE EL LIBRO PARA ADQUIRIR TU EJEMPLAR DEDICADO!!

Suicidio del 97

ENSAYOS, ENSAYOS, ENSAYOS

Cómo se prepara una función teatral…

Buenas mañanas de domingo querido/a lector/a!! Otra semana más me acerco por aquí para hablarte un poquito sobre el maravilloso mundo del teatro. Hoy te contaré los entresijos que hay antes de que te sientes en la butaca de un teatro a disfrutar de una obra teatral: LOS ENSAYOS.

La duración de una obra teatral suele ser una hora y media (aproximadamente), pero detrás de ese corto espacio de tiempo, hay una gran cantidad de horas de trabajo que mucha gente desconoce. Y para eso estoy yo aquí en el día de hoy.

La creación de personajes

Como ya expliqué en el post anterior, la creación de personajes es primordial a la hora de darle vida a un montaje teatral. No me extenderé en la necesidad de este punto, pero si ahondaré un poco en diferentes ejercicios a la hora de conseguir nuestro objetivo. La forma de caminar es importante, la composición física de tu personaje, en definitiva. Cómo se mueve en cada escena, cómo se sienta, cómo utiliza los objetos a su alrededor. Cómo interactúa con cada uno de sus partenaires en cada escena de la obra. Al final, lo que hacemos es conseguir naturalizar un ente, otorgándole las mismas acciones que realizamos nosotros mismos día a día.  Pero debemos evitar en todo momento otorgarle nuestros gestos, nuestros movimientos, nuestro ser… Obviar todo lo que ofrezca un atisbo de nuestra propia personalidad. Al fin y al cabo, el personaje debe diferenciarse de nosotros, lo suficiente como para que nadie nos reconozca. Nuestros tics deben desaparecer y tenemos que hacer aparecer otros nuevos, acordes a la personalidad del personaje.

La voz

Cierto es que, si lees esto y no conoces mucho este mundo, te preguntarás que cómo es posible que variemos la voz. Pues se puede. Tú mismo seguro que lo has hecho cuando imitas a alguien… La única diferencia es que, en nuestro trabajo, hay que educar nuestras cuerdas vocales para soportar esas variaciones durante todo el espectáculo. Este trabajo es muy importante y necesario, puesto que una mala colocación del diafragma, podría provocar daños irreversibles en nuestras cuerdas vocales. Cada respiración, cada suspiro, cada grito, aunque no lo parezca, está estudiado para mantener a salvo la voz del actor. Y es un trabajo delicado, minucioso y, sobre todo, muy técnico. Aunque a oídos del espectador, suene tan normal como la vida misma.

El espacio escénico

A la hora de realizar un montaje hay que tener conciencia del espacio en el que nos movemos. Existen infinidad de estilos teatrales, desde el realismo, en el que el espectador observará cada objeto en su forma real (una silla, un vaso, una espada…) hasta el teatro más surrealista o experimental en el que el espacio vive en la mente del artista y nada es lo que parece (o incluso a veces es invisible). Dependiendo del estilo de obra, el actor debe conocer el espacio en el que va a actuar, las delimitaciones, los pros y los contras de su cuadro escénico.

El calentamiento y la concentración

Antes de comenzar los ensayos (o las actuaciones ante el público) es primordial efectuar un calentamiento, tanto corporal, vocal y espiritual. ¿Espiritual? Bueno, quizás no es la palabra más acertada, lo sé. Pero existe la necesidad en muchos actores, de abstraerse en sí mismos, de evadirse de lo que les rodea, no escuchar a los compañeros, no pertenecer al entorno, para prepararse para lo que se avecina. No deja de ser una forma de relajación o de concentración. Como ya sabes, cada persona es un mundo y cada mundo es diferente. Hay actores que necesitan repetir su texto una y otra vez hasta que el telón se abre; otros necesitan oír música que les prepare mentalmente; hay quien utiliza el humor para calmar los nervios y hay quien no soporta oír a nadie antes de salir a escena. Tantas variantes como granos de arena tiene el desierto. El calentamiento corporal y vocal, obviamente debe hacerse antes que el público esté en la sala… No existe nada más poco profesional que sentarse a esperar que comience la función y escuchar ruidos tras el telón…

El texto

Desde mi punto de vista como actor, uno de los puntos más necesarios a la hora de comenzar los ensayos, es el texto. Y no me refiero al hecho obvio de conocer la obra y haber leído el texto. Hablo de la memorización del texto. Desde mi humilde opinión, es el trabajo más duro para el actor, siempre que hablamos de un personaje que tenga mucha participación en la pieza teatral. Es un ejercicio en el que la memoria es parte fundamental, porque no solo has de recordar todo lo que tu personaje dice, sino que debes darle credibilidad a todas sus palabras. Y si el texto no está afianzado en tu memoria, difícilmente podrás naturalizarlo y darle vida.

Los movimientos

Marcados por el/la director/a, van dándole forma al montaje teatral. Lo primero que se marcan son los movimientos básicos en escena de cada personaje. Hacia dónde se mueven, con qué objetos interactúan… es decir, se van colocando las piezas del ajedrez y cada figura se va moviendo en función de las necesidades de la obra y la visión del director/a. Todo este trabajo del director, ayuda a remarcar la memorización del texto, al marcar en qué zonas y en qué momentos se ha de declamar cada frase.

Las intenciones

Cuando los movimientos y la memorización del texto ya están totalmente afianzados, es el momento de trabajar las intenciones. ¿A qué me refiero con esto? La intencionalidad con la que se pronuncia cada frase, el sentido de cada palabra, de cada monólogo. Realzar el por qué de todo el texto que pronunciamos para darle vida a la historia. Uno de los problemas más comunes a la hora de realizar el montaje es tratar de mezclar memorización de texto, movimientos e intenciones todo a la misma vez. Los actores y las actrices no son robots y necesitan procesar en orden todo el trabajo que tienen por delante.

El vestuario

Esta parte de los ensayos, suele ser importante en función del tipo de vestuario que tenga el montaje teatral. Normalmente, el ensayo con vestuario suele hacerse muy cerca del estreno, a veces en el ensayo general o el ensayo anterior al general. A no ser que exista algún tipo de dificultad a la hora de llevar el vestuario, no suele ser muy necesario trabajar con él.

Importante

Si no conoces el mundo del teatro por dentro, solo quiero decirte que este post es algo genérico; es decir, no todos los ensayos son iguales, puesto que cada actor es un mundo, cada director tiene su propia metodología de trabajo y cada compañía teatral trabaja con sus rutinas. Siempre te hablo acerca de mi experiencia profesional y sobre todo personal. Al final, para llevar a cabo un montaje teatral, todos los puntos anteriores son importantes y necesarios, aunque haya quien les dé más o menos importancia. Pero a grandes rasgos, ya has conocido un poquito los entresijos de todo lo que existe tras el espectáculo que alguna vez hayas visto en un teatro.

Espero que te haya gustado este pequeño análisis del trabajo a puerta cerrada de los actores y actrices antes de estrenar una obra teatral. No olvides darle a “me gusta”, comparte el artículo y comenta lo que quieras… Me gustará conocer tu opinión. ¿Habías analizado alguna vez todo lo que se cuece tras una obra teatral?


A %d blogueros les gusta esto: